Soy un Cyborg (2006)

Park Chan-wook, que maravilló con su trilogía de la venganza y saltó a la fama con Old Boy, cambia de registro en esta película coreana de 2006, estrenada en España hace apenas unos meses.

Young-goon, tras intentar suicidarse debido a una crisis mental, es ingresada en un hospital psiquiátrico. Ella piensa que es un cyborg y se niega a comer alimentos, sólo hace uso de baterías y pilas para recargarse, lo que provocará que se vaya debilitando cada día más y tenga que ser ingresada y sometida a alimentación asistida. Un joven ingresado en la institución, que oculta su rostro tras una máscara, y con un trauma infantil, se fijará en ella e intentará ayudarla de todas las maneras posibles.

Singular y deliciosa, Soy un Cyborg (Saibogujiman kwenchana) sorprende tanto por la imaginativa historia, como por su estética. Los personajes que pueblan el manicomio se hacen entrañables, así como el duo protagonista, a los que se toma afecto al poco de su presentación. Al contrario de Alguien voló sobre el nido del cuco, donde los internos se nos muestran oscuros y desasogedores, aquí los locos, con sus manías y comportamientos, nos llevan a su terreno haciéndonos comprensibles y coherentes en todo momento sus particularidades.

Con un guión milimétrico, donde poco se deja al azar, la historia fluye con ritmo y nos sumerje en este mundo aparte. Cuando llegan los creditos finales, el relato se ha pasado en un suspiro, dejándonos con ganas de más.

El sello de Park Chan-wook es inconfundible, nuevamente nos vuelve a hablar de temas ya visitados en anteriores películas como son la soledad y el aislamiento. Las escenas en la que la chica se cree cyborg asesino no escatiman en violencia, y aunque a momentos nos hace dudar, sabemos que esa violencia no es real.

A lo largo del metraje se suceden escenas de brillante planificación, de ejecución magistral, donde todo tiene su significado y su razón de ser. Es una de esas películas que hacen partícipe al espectador, confidente, con multitud de detalles para el buen observador (y oyente, cuando vean el reloj de pared afinen el oído): los ratones, los nabos, los cepillos de dientes, los neones, la máquina de café, el ping pong, la radio, la dentadura, la goma elástica, etc etc…  La escena de la matanza en el parque es un prodigio de la técnica, del estilo de otras con las que nos suele deleitar su director. El número musical es otro momento destacado.

Los efectos especiales son impecables, y sobre todo imaginativos. Como dije antes, técnicamente es una película redonda.

Si tuviera que poner algún pero, por no ser todo elogios, diría que a ratos desconcierta, que no se sabe por donde va a ir la cosa. Algunos instantes pudiera sacarnos de la trama al parecernos indefinida en sus pretensiones.

Pero todo queda en un espejismo, y nuevamente nos vuelve a atrapar en su trama. Y al final, la impresión que queda mientras suena la maravillosa banda sonora al pasar los caracteres coreanos, es que hemos visto una obra maestra. Gran pelicula.

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