Loom, un clásico de las aventuras gráficas

1990. El Spectrum y el Commodore se estaban quedando obsoletos. Ahora la gente compraba PCs clónicos, con pantalla a fosforito, o a color, los más desprendidos. Que los IBM valían muy caros. Los juegos buenos venían en unas cajas enormes, con libros de instrucciones enciclopédicos.

En estas, Lucasfilm Games, compañia norteamericana creada en 1982, nos ofreció una nueva aventura gráfica que pretendía romper moldes. Desde 1987, la dicharachera compañía venía creando juegos de aventuras revolucionarias, con un motor llamado SCUMM, donde todo lo que se hacía en el juego se veía en pantalla. Menudos ratos pasé con el Indy y la última cruzada. Si hasta pensaba que era mejor que la propia película.

Pues bien, el nuevo juego, llamado Loom, se diferenciaba de cualquier otro en un detalle fundamental, su sistema de control. En esta ocasión coger objetos está de más, aunque se usa lo de pinchar en pantalla, ahora todo funciona por un intuitivo sistema de notas musicales. Con tres niveles de dificultad, el objetivo era ir superando retos utilizando los hechizos, aprendidos tras escuchar una secuencia de notas, que podía ser usado a la inversa para producir el efecto contrario. Aunque suene complicado así dicho, les aseguro que era la sencillísimo en la práctica. Por lo menos en el nivel «práctica», que el de «experto» tocaba las narices lo suyo.

El argumento es el que sigue: llevamos a Bobbin Threadbare, un joven del gremio de los tejedores, lugar apartado del resto del mundo en una isla debido al miedo y misterio que envuelve todo lo relacionado con su cultura y costumbres. Desde siempre se le ha negado el conocimiento de «tejer» hechizos, pero Hetchel que lleva cuidando de él desde que tiene uso de razón se ha encargado de su educación a espaldas del consejo de ancianos. El día de su cumpleaños es convocado ante dicho consejo. ¿Cuál será el motivo?

Los gráficos eran originales y espléndidos para la época, muy bonitos. Y la banda sonora excepcional, con música de El Lago de los Cisnes, de Piotr Ilich Chaikovski. Usaba el beep del pc, pero salió una versión que aprovechaba el rendimiento de las tarjetas sonoras de la época, con voces y todo. Lo mismo la faceta gráfica. De los 16 colores iniciales en disketes de 3 1/2 (3 en total) o 51/4 (el doble) a los 256 colores del CD podría distra un mundo en cuanto al disfrute del juego, pero yo que lo jugué en su versión sencilla sólo puedo decir: «que me quiten lo bailao». La jugabilidad era la misma.

La de horas que gasté con el Loom, ideado por Brian Moriarti, un antiguo empleado de Infocom.

Una pena que no hiciesen la trilogía que tenían en mente los creadores. La verdad es que la cosa prometía. El juego ha sido referenciado en posteriores juegos de LucasArts. Y tuvo su écito, salió en otras versiones como el Amiga o el Atari St. Ah, y aquí no podías morir, en eso fue pionero de las aventuras gráficas.

Deleitense observando las pantallas con las qeu adorno la entrada y rememoren aquella época de juegos entrañables. ¡Qué grande el Loom!

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